En las últimas semanas me he dado cuenta de que hay mucho de qué hablar. No tanto sobre el impacto de esta pandemia en la alteración de todas nuestras estructuras y sistemas sociales tal y como los conocemos, puesto que ya se ha hablado mucho y se ha especulado sobre ello, sino más bien sobre cómo nos sentimos y nos comportamos como individuos.
Los sentimientos que han surgido y las acciones que hemos adoptado para el bien mayor ahora, para poder restablecer algún tipo de familiaridad "histórica" en nuestra realidad más adelante, pueden ofrecernos pistas sobre el tipo de cultura que se está creando ante nosotros.
Todos los lugares que antes ocupábamos se han convertido ahora en un único espacio contenido en home y ese único espacio se ha dividido en varias partes para servir a todas las áreas de nuestra vida que nos sustentan. El trabajo, la vida social, el deporte y la familia, que antes se infiltraban en muchos lugares fuera de casa, ahora están en un solo sitio. La compartimentación física ya no existe y con ella también se han difuminado las líneas emocionales que dictan cómo nos sentimos en cada área.
En mi caso, comparto este espacio físico con mi familia, lo que influye en la mayoría de mis decisiones. Desde cómo lo reorganizo y lo cambio para adaptarlo a cómo me siento día a día hasta las cosas que compro para mantenernos a mí y a mi familia en este momento.
Este espacio "completo" llamado home también está desempeñando un doble papel como mi sensor interno. Tengo que sintonizar más y reconocer el contraste de mis emociones y el papel que desempeñan en las decisiones que tomo. Como la compartimentación ha tomado una nueva forma, me he dado cuenta de que estos sentimientos (extremos o no) no encajan en cajas.
Tomo decisiones basándome en lo que me va a servir a mí y a mi familia en este momento. Reconozco que estos momentos son pasajeros, pero que las decisiones que tomo en ellos pueden durar.
Si bien es cierto que lo que sentimos puede reenmarcarse, motivar nuestra inteligencia y ayudarnos a tomar decisiones sobre lo que hacemos y cómo lo hacemos, esto se multiplica varias veces cuando todo está sucediendo en home.
Fundamentalmente, nuestra actividad cultural comienza y permanece profundamente arraigada en nuestros sentimientos individuales. Por ejemplo, nuestras emociones se convierten en sentimientos, esos sentimientos desencadenan acciones, una serie de esas acciones conforman nuestro contexto individual y una colección de contextos crea tendencias a nivel de grupo que pueden dar forma a una cultura. Seamos conscientes o no, los sentimientos influyen en nuestros esfuerzos culturales, grandes o pequeños.
El surgimiento de cualquier nueva cultura, microcultura o tendencia es el resultado de las decisiones que tomamos en nuestros hogares. Seamos conscientes de ello o no, nos importe o no, nuestro contexto situacional individual está dando forma a nuestro mañana colectivo y, sin duda, podemos buscar pistas para empezar a reconstruir cómo podría ser.
Aunque el panorama económico parezca sombrío, no es motivo para poner en pausa la creatividad, la innovación o la inversión, porque en estos tiempos hay una oportunidad de crecimiento diferencial a nivel personal, profesional y empresarial.
Si somos capaces de sintonizar y escuchar lo que sentimos en nuestro interior, y de abrir esa conversación a las personas que nos rodean, esas pistas pueden acabar descubriendo una increíble amplitud de información que nos ayude a averiguar cómo podrían ser las nuevas realidades de nuestras vidas. Si nos permitimos explorar eso instintivamente, por muy desordenado que sea ese proceso, quizá podamos descubrir algo bueno y ser valiosos para el mundo que se está formando a nuestro alrededor.
Nivey Nocher es Directora de Salud en el Reino Unido para Current Globaluna agencia de IPG.
Nos encanta resolver los retos empresariales y de marca más difíciles. Nos encantaría hablar contigo sobre cómo podemos ayudarte a encender tu chispa.
hello@currentglobal.com